Recuerdo las primeras veces que salí a repartir comida caliente a las personas sin hogar, las sensaciones eran indescriptibles. Recuerdo tener ganas de ayudar, respeto a lo desconocido, alegría por saber que estaba haciendo algo bueno y tristeza por no poder ser de más ayuda. Una gran mezcla de sentimientos
Como una auténtica plaga mi nombre comenzó a extenderse hace muchos meses entre el colectivo de sin techo, mucho antes de que lo hicieran los nombres de mis compañeros de Gooding. Tanto fue que en un momento mi nombre debió ser algo así como trending tropic en las calles que
No hace mucho, hablaba con un amigo acerca de las personas que viven en la calle. Decía que todos somos “marginados en potencia” destacando así la facilidad que tenemos para caer en situaciones dramáticas como, por ejemplo, la calle. Entre gooders hemos hablado y teorizado mucho acerca de este tema,
Cuando aquél domingo 13 de febrero me ofrecieron la oportunidad de salir a repartir cena a los sin techo que podíamos encontrar en Palma, no lo dudé ni un segundo: seguro que sería una experiencia fantástica, inolvidable; poder llevar comida a gente que no tiene nada que comer… No voy
El domingo, día 13 de febrero nos reunimos Tica, Tonia, Jaume y yo, para repartir la cena a aquellos que por cualquier causa no pueden, con frecuencia, disponer de ella, ni tan siquiera de un techo bajo el que disfrutarla. Comprobamos que sólo hacían falta 3 kilos de spaghettis, 3
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